¿Dónde y cuándo empezó en realidad la astrología?
Nuevos descubrimientos sobre la astrología de los sumerios
Bruno Huber
Astrolog número 101, diciembre 1997
Esta historia empieza con las tablillas de arcilla babilónica aquí representadas y conocidas con el nombre de mul.apin.
Tablilla de arcilla mul.apin, una de las dos pequeñas tablillas de arcilla en las que se representa el cielo de dioses estrella de los sumerios, con determinación exacta de ubicación y tiempo (tamaño original: 6 x 8,4 cm).
Antes de entrar en detalles, primero debemos definir qué es en realidad la astrología. El “arte de los reyes” o, expresándolo en términos modernos “la psicología más antigua del mundo” se sirve (desde el punto de vista técnico) de los 7 planetas clásicos que se mueven en un cinturón de constelaciones de estrellas (llamado zodíaco). Además, la astrología parte de la base de que entre esas constelaciones celestes y la vida y el destino humano en la Tierra existe una relación que puede entenderse como una analogía o una sincronicidad de procesos entre esos dos mundos.
En todas las culturas que la humanidad ha producido en el curso de su historia siempre ha habido (desde los primeros momentos) un esfuerzo por estudiar y comprender el curso de la Luna. Sin duda, las primeras ideas mágicas y místicas, y los ritos y cultos a la Luna (derivados de ellas) como luz nocturna en constante movimiento, se originaron en los tiempos preculturales. Pero además, la Luna también era un indicador independiente de las variaciones del tiempo. Pues muy pronto existió la necesidad de comprender y poder calcular las idas y venidas cíclicas de las estaciones. Para una floreciente cultura de asentamiento fijo (no-nómada) con sus estructuras sociales y económicas cada vez más especializadas, disponer de un calendario fiable era básico para sobrevivir.
No obstante, esos primeros esfuerzos de diferentes culturas todavía no pueden describirse como astrología. Ni siquiera tampoco cuando algunos pueblos (la cultura prehindú Harpa del valle del Indo o los druidas de Stonehenge) finalmente pudieron comprender el curso del Sol y, de esta forma, pudieron determinar la duración exacta del año y de sus estaciones.
Sin duda, esto fue un paso previo necesario para la posterior aparición de la astrología. Sin embargo, el paso de reconocer los planetas visibles a simple vista e incorporarlos en una “religión de las estrellas” sólo lo dio una cultura. No fueron ni los griegos ni los egipcios ni los chinos ni los hindúes. Con pequeñas adiciones particulares, estas culturas se quedaron en el paso previo y no fue hasta mucho más tarde (500-300 a.C. o más tarde) cuando recibieron la astrología caldea. Tampoco fueron los caldeos ni los babilonios ni los acadios, descendientes de los pueblos semitas de Mesopotamia. Fueron los sumerios, un pueblo no-semita que probablemente llegó a Mesopotamia sobre el 4000 a. C., quienes en el tercer milenio antes de Cristo dieron el paso definitivo, que consistió en descubrir los cinco planetas Saturno, Júpiter, Marte, Venus y Mercurio, y medir y describir su movimiento en el zodíaco. Esto es lo que los últimos descubrimientos científicos demuestran.
La tablilla de arcilla arriba representada es una de las dos de la serie que se conoce con el nombre de mul.apin. En ellas se describen los movimientos del Sol, la Luna y los cinco planetas, y además se representan y describen de forma exacta 33 constelaciones con 66 estrellas individuales. En estas tablas, los doce signos zodiacales reciben el nombre de “el camino de la Luna” y su aparición como primer astro de la mañana está fijada de forma exacta en un calendario solilunar. Estos datos pueden comprobarse actualmente (teniendo en cuenta el desplazamiento precesional).
Las dos tablillas mul.apin fueron descubiertas en Nínive, en la biblioteca del rey babilonio Assurbanipal (período asirio, 669-627 a.C.). Inicialmente fueron (erróneamente) consideradas parte del Enuma Anu Enlil (*), que durante mucho tiempo se catalogó como “el libro de astrología más antiguo del mundo”. Esta serie de tablillas de arcilla es la colección más amplia de observaciones astronómico-astrológicas y reglas de augurios de la época de los comienzos de la astrología. Según expresión del propio Assurbanipal, era la pieza de su colección de la que estaba más orgulloso. Se alegra de haber leído en sus “textos de los tiempos de antes del Diluvio”. Sin embargo, hasta hace poco los expertos (asiriólogos y sumeriólogos) no habían dado crédito a esta afirmación puesto que la mayor parte de los escritos de esta colección procede claramente de los comienzos de la época babilónica (dinastía Hamurapi) del rey Amizaduga (1518-1516 a.C.)
Sin embargo, los últimos desciframientos de la lengua y los textos sumerios ponen de manifiesto que dos de las pequeñas tablillas (justamente, el mul.apin) son copia de un texto sumerio mucho más antiguo, cuyo original se ha encontrado. El original procede del año 2340 a.C. (esto es lo que se desprende de los cálculos realizados por el especialista Werner Papke basándose en los datos incluidos en estos textos sobre los momentos en que se producían las apariciones de 66 estrellas y constelaciones como primer astro de la mañana). Con su minucioso trabajo, Papke ha conseguido reconstruir todo el cielo de estrellas de los sumerios. Gracias a este descubrimiento, hoy conocemos de forma exacta el modelo conceptual astrológico original de los sumerios: la posición de las estrellas en esa época, cómo dividieron el cielo en constelaciones y cómo se interpretaban dentro de su integradora “religión de las estrellas”.
Para hacer una descripción del fascinante modelo del mundo de los sumerios, necesitaríamos más espacio del que tenemos disponible en este artículo. Además, hasta el momento, sólo se ha traducido una pequeña parte de las tablas de arcilla sumerias (en el sótano del British Museum de Londres hay unas 20 000 tablas todavía no traducidas). Sería temerario y absurdo querer ofrecer aquí una visión general definitiva. No obstante, con algunos ejemplos, quiero destacar algo de la imagen visible hasta el momento.
Los sumerios dividían su cielo en tres “caminos” que transcurrían paralelos al ecuador celeste y que daban la vuelta al cielo: el camino de Ea, el camino de Anu y el camino de Enlil. Estos caminos eran las esferas de influencia de tres supradeidades abstractas que jamás se representaban corporalmente: la divina trinidad. Eran las esferas del mundo material (Ea), el mundo humano (Anu) y el mundo divino (Enlil). A través de estas tres bandas serpenteaba “el camino de la Luna” (Charranu), que también era el camino de los planetas: el zodíaco. De esta forma, una parte del zodíaco se encuentra en el camino de Enlil (los signos de verano), una parte en el camino de Anu (signos de primavera y otoño) y una parte en el camino de Ea (los signos de invierno). El mapa estelar adjunto preparado por Werner Papke según el mul.apin muestra esta división para el período de 2340 a.C.
En ese momento de la historia, los sumerios ya conocían el movimiento de desplazamiento precesional de las constelaciones. Las representaciones anteriores siempre hablan de 11 signos zodiacales (todavía falta Libra). En cambio, el mul.apin describe las imágenes de 12 constelaciones y explica claramente que Zibanium (Libra) se construyó a partir de las pinzas del escorpión, para dar al comienzo del otoño su propio signo. Anteriormente, el zodíaco siempre se basaba en dos estrellas: Aldebarán (en Tauro) marcaba el equinoccio (duración del día y de la noche iguales) de primavera y Antares (en Escorpio) determinaba el punto de inicio del otoño. Pero esto sólo es cierto alrededor del 3200 a.C. Probablemente, un poco antes de que se escribiera el mul.apin, se descubrió que el punto de misma duración del día y de la noche se había desplazado hacia el oeste: de Aldebarán a las Pléyades y de Antares hacia las pinzas del escorpión.
Los sumerios vivían de acuerdo con su círculo estelar. A lo largo del año se movían de forma síncrona con el movimiento de los dioses-planeas y de las casas celestes (los signos). Esto daba una determinada actividad y ocupación para cada momento del tiempo. Por ejemplo, la acumulación de estrellas de las Pléyades y las Híades de Tauro, significaban “el poste de la casa nupcial”. Tras su invisibilidad en invierno, en el mes de mayo volvían a aparecer como primer astro de la mañana antes de la salida del Sol en el horizonte este: ¡Tiempo de bodas!
O cuando, un mes antes, la estrella Hamal aparecía por el Ascendente como primer astro de la mañana, era momento de arar y sembrar los campos. Hamal es la estrella más brillante de Aries, que en sumerio es LU.CHUN.GA, que significa trabajador del campo o pastor. Por cierto, al mismo tiempo, ascendía la pequeña constelación Apin (arado) situada en la mitad superior del zodíaco.
Todos los planetas tenían su “casa” (signo domicilio). Destaca el hecho de que Venus (Ischtar) era el único planeta que tenía cuatro casas. Era la diosa-planeta superior y aparecía en cuatro formas distintas: como Schamchat (la prostituta divina) en GU.AN.NA (Tauro), como Shala Shubultum (Virgen con la espiga) en AB.SIN (Virgo), como Ischchara (regente de todos los países) en GIR.TAB (Escorpio) y como Anunitum (madre de LU.CHUN.GA) en ARURU (Piscis). Esto demuestra que la cultura sumeria era matriarcal. Efectivamente, las mujeres eran mayoría en la clase sacerdotal. Este dominio femenino no acabó hasta que el primer rey babilonio Amizudaga (1581-1561 a.C.) nombró oficialmente a Marduk (Júpiter) como dios del estado.
Estos ejemplos son suficientes. también podríamos hablas de la epopeya de Gilgamesh (existe una nueva traducción de los textos originales sumerios). Con una cuidadosa lectura de esta obra se desprende que no sólo es un magnífico trabajo épico-literario sino también algo así como el libro de texto o de interpretación del mul.apin. Éste sí es, verdaderamente, el manual de astrología más antiguo. Pero esto sería una larga historia...
(*) La colección Enuma Anu Enlil contiene, además del mul.apin, una gran cantidad de datos de observaciones de movimientos del Sol (Schamasch) y la Luna (Sin). En la sección dedicada a Venus, no sólo se encuentran unas efemérides de Venus de 20 años sino también una cantidad de observaciones del resto de planetas, con sus ascensos y descensos, y los momentos de conjunción con estrellas fijas. Y todos estos datos tienen añadidos textos de interpretación (un total de más de 7000 textos). Hasta la época moderna, en la literatura astrológica se encuentran citas (en parte literales) de esos antiguos textos, en especial, en las colecciones de aforismos de los siglos XVI y XVII, así como en los textos de astrología horaria y mundana del siglo XX.
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